
“Me dio una hemorragia y se destruyeron los dos riñones”.
Víctor Simbaña tiene el cabello corto, barba canosa, orejas grandes, brazos hinchados y cicatrizados, que evidencian el tratamiento de diálisis, llevado ya por varios años para suplir las acciones de sus órganos perdidos; sus manos agrietadas y callosas reflejan el arduo trabajo y constante lucha, que este quiteño debe afrontar todos los días para llevar el sustento diario a su familia.
Víctor es un luchador de vida, nos recibe cordial en la casa de sus padres ubicada en Cotocollao al norte de Quito. Hace diez años que empezó esta lucha y dice entre bromas estar a pocos minutos de su primer tiempo, esperando jugar el segundo, en compañía de sus familiares y amigos.
El primero de septiembre del 2006, este guerrero recibió la fatídica noticia de que padecía de la presión, un mal silencioso que consumía su salud y vida. A sus treinta y siete años de edad y con dos hijos bajo su tutela, el cabeza de hogar de una familia de clase media, debía tomar una difícil decisión.
Este es uno de los pacientes que pertenece al 10% de operaciones de trasplantes que no han tenido éxito. Quien luego de un año de espera, recibió por medio del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (INDOT) un riñón compatible con su cuerpo, el mismo que le sería extirpado luego de pocas horas de su intervención quirúrgica, debido a que su sistema inmunológico rechazara dicho órgano.
Víctor está en busca de una nueva oportunidad de vida, con semblante firme y mirada hacia al horizonte avizora un futuro prometedor para su familia. Él se encuentra en una posición privilegiada en la lista de espera de trasplantes del INDOT, esperanza que sigue latente gracias a este organismo que regula la actividad trasplantológica a nivel nacional.
Antes de la existencia de este organismo, el trasplante era una ilusión para muchos ecuatorianos que sentían cómo su vida se escapaba con el pasar del tiempo. El acceso a una cirugía de este tipo era económicamente inalcanzable, pero ahora gracias a la aprobación de la Ley que derivó en la creación del INDOT, se viabilizan un mayor número de intervenciones que casi en su totalidad son exitosas, pero también existe la otra cara de la moneda.
"Yo sufría de presión alta. Yo no sabía, estuve como dos meses hospitalizado y ahí me detectaron que mismo era".
Afirma Víctor, con carácter fuerte y tono de voz entristecido, recordando aquel día que dejó cicatrices que habitan junto a él y caminan impregnadas de su mano, pero al paso que su corazón lo dicta.
Son diez años de lucha para Víctor, quien recuerda afligido sus días en el hospital; luego de perder ambos riñones tras una hemorragia derivada de la presión. Diagnóstico que sería revelado por los doctores después de una serie de exámenes a los que Víctor tuvo que someterse.
"Luego de los dos meses que pase hospitalizado, me mandaron a que vea una clínica y el 7 de octubre me hicieron una fístula (conducto o canal entre órganos, vasos o tubos), como hay que esperar unos dos meses hasta que se madure. Empecé por fiestas de Quito del 2006, a hacerme diálisis".
Una hora un día y al siguiente día otra. Los días de Víctor transcurrían entre el hogar y la clínica. Las diálisis cada vez eran más frecuentes, su vida jamás volvería a ser la misma. Desde aquel momento, este héroe entendió que su diario vivir estaría lleno de retos y que se convertiría desde ya y para siempre en un donante de esperanza y en un receptor de vida.
Por medio del Seguro Social que brinda el gobierno, Víctor, accedió a la lista de espera para trasplante de riñón, y hace un año tuvo la intervención quirúrgica en el Hospital Carlos Andrade Marín, la misma que no tuvo el resultado esperado; debido a la incompatibilidad que se presenta en los órganos y por el accionar del sistema inmunológico en ciertos casos, según el Dr. Rubén Chiriboga.
Tres horas estuvo alojado, este nuevo riñón, en el cuerpo de Víctor, quien no pierde la esperanza de tener otra oportunidad de trasplante, que sería su última, debido a condiciones de salud. Con esta futura intervención él busca ser parte de ese 90% de las operaciones exitosas realizadas en los últimos años.
Para que estos procesos tengan continuidad, es necesario que la ciudadanía conozca historias como la de
Víctor, con el fin de crear conciencia sobre la importancia de donar y ser donante. Generando una cultura altruista en la sociedad, donde las personas actúen voluntariamente por salvar vidas.
Donante de esperanza, receptor de vida

Tratamiento. Implante de cateter fijo para diálisis en pacientes con deficiencias renales.



